Desde el primer minuto de vida, para el bebé no hay mejor alimento que la leche materna. No existe ningún otro que pueda reproducir sus propiedades, dado que tiene el correcto balance de todos los nutrientes que el pequeño necesita en cada etapa.
En efecto, gracias a la sabia naturaleza la composición de la leche materna va modificándose a medida que pasan los meses, para adaptarse a las necesidades del niño en las diferentes fases de crecimiento. Además, el cuerpo de la madre es capaz de balancear los requerimientos de calorías, proteínas, grasas y otros importantes nutrientes, aportando en cada instancia la proporción exacta que el pequeño precisa.
La recomendación es que la lactancia materna exclusiva (vale decir, solo pecho) sea la única manera de alimentar al bebé hasta los seis meses de vida, momento en el que comenzará a incorporar los primeros semisólidos. Sin embargo, lo ideal sería extenderla hasta los dieciocho meses.
Ventajas de la lactancia materna
Además de satisfacer todas las necesidades nutricionales del bebé, la leche materna es el único alimento que le brinda protección inmunológica (es muy conocido su efecto protector sobre una amplia gama de enfermedades), lo que se traduce en un menor número de consultas al pediatra, menor gasto en medicamentos, y menos ausentismo laboral de los padres debido a las enfermedades de sus hijos. Y por supuesto, es gratis, mientras que las leches fórmula suelen tener un precio relativamente elevado.
La lactancia reporta asimismo beneficios para la mamá: favorece y fortalece el vínculo madre-hijo, acelera la recuperación posparto, ayuda a que el útero se contraiga, disminuye el sangrado, y protege contra el cáncer uterino. Y a la hora de pensar en la practicidad, no tiene competencia: está disponible en todo momento, siempre a la temperatura ideal (no hay que calentarla ni enfriarla), y no es necesario esterilizarla.
Cómo se produce la leche
La leche materna se “fabrica” en los alvéolos, células productoras que se ubican en los pechos.Cuando el bebé succiona, estimula las terminaciones nerviosas del pezón y la areola, que envían un mensaje a la hipófisis, glándula encargada de liberar dos hormonas: la prolactina y la oxitocina. La prolactina es la hormona productora, vale decir la que manda la orden a los alvéolos para que produzcan la leche. La oxitocina, en cambio, es la encargada de que la glándula la libere cuando el bebé presiona la mama con su boca.
Si la frecuencia y la calidad de las tomas son adecuadas, la mamá producirá la cantidad de leche necesaria para su bebé.
Cómo se prepara el cuerpo de la mujer
Durante el embarazo, el cuerpo sufre numerosos cambios, muchos de ellos más que notorios, mientras que otros pasan desapercibidos, aunque no por eso son menos importantes.
Estas modificaciones, que se producen por la interacción de diversas hormonas presentes en el organismo, también afectan a los pechos: entre la quinta y la octava semana de gestación las mujeres notan un franco aumento del volumen mamario, a tal punto que en algunos casos suele ser el primer indicio que hace sospechar el embarazo, aun antes de la confirmación clínica. Este crecimiento se debe a que las glándulas productoras de leche aumentan su volumen. Asimismo, los pezones y las areolas suelen estar más sensibles al tacto que lo habitual, y también es probable que se vean más oscuros (por la acción de la progesterona). Lo cierto es que a lo largo de los nueve meses, las glándulas mamarias van preparándose para cumplir su función primordial: secretar la leche para alimentar a la nueva vida que se está gestando.
La lactancia se aprende
La lactancia requiere de un aprendizaje, tanto para la mamá como para el bebé. Algunas mujeres pueden iniciarla desde el comienzo sin dificultades, mientras que a otras les cuesta un poco más. Lo importante es no darse por vencida y seguir intentándolo: el esfuerzo vale la pena.
Consejos prácticos
- Durante el último trimestre, conviene no utilizar jabón para higienizar los pechos. Los pezones se encuentran rodeados de glándulas que secretan sustancias que los mantienen limpios y lubricados.
- Para los pezones más sensibles, resulta muy beneficioso tomar sol directo sobre los pechos, pero siempre con la debida protección solar y evitando las horas del mediodía.
- Se recomienda usar un buen corpiño, tanto para sostener los pechos (no olvidemos que su tamaño se ha incrementado) como para evitar el roce de los pezones con la ropa. El corpiño debe “sostener” pero sin apretar.
Cómo y cuándo iniciar la lactancia
Dar el pecho al bebé dentro de la primera hora de vida (si es posible, en la misma sala de partos) estimula la producción de leche. En ese momento el pequeño ya se encuentra alerta para responder a su instinto natural. Si el parto fue muy dificultoso o bien si se administró anestesia, es probable que el bebé -igual que la mamá- esté cansado o somnoliento. En ese caso, no se preocupe si no se prende al pecho inmediatamente: es mejor dejarlo descansar y volver a intentarlo más tarde.
Para lograr que el recién nacido se prenda al pecho, se puede estimular el “reflejo de búsqueda”: rozando suavemente sus labios con el pezón, el niño orienta la boca hacia el pecho materno. Algunos lamen el pezón varias veces antes de prenderse. Cuando el bebé abre la boca, llévela rápidamente hacia su pecho.
Qué es el calostro
Los primeros días de vida, el bebé se alimenta con calostro, primera variedad de leche que produce el pecho materno.El calostro provee al niño los anticuerpos para protegerlo contra muchas enfermedades. Además, es sumamente proteico: contiene todas las vitaminas, minerales y calorías que el pequeño necesita, y estimula la primera deposición (meconio).
Es sumamente raro que los chicos alimentados a pecho se constipen. Es más: pueden realizar desde una deposición diaria hasta una después de cada toma. Los bebés alimentados con leches maternizadas, en cambio, suelen tener una frecuencia menor de deposiciones, y además son más duras y consistentes.
Cuándo se produce la bajada de la leche
Cuanto mayor es la frecuencia con que se amamanta al bebé, más rápido se produce la bajada de la leche madura, que ocurre aproximadamente al tercer día después del nacimiento. La mamá suele darse cuenta cuando esto sucede, dado que los pechos comienzan a notarse tensos, hinchados, con una sensación de pesadez e incluso enrojecidos. Para estimularlos, es recomendable practicar masajes circulares, preferentemente con calor (se puede aprovechar el momento de la ducha o aplicar compresas tibias).
Frecuencia de las tomas
El bebé no sabe de horarios y se alimenta entre ocho y doce veces por día. La tendencia actual es alimentar al niño “a libre demanda”, es decir sin horarios preestablecidos, cada vez que manifieste tener hambre. Durante el primer mes, es importante que la madre tenga la libertad de amamantar siempre que sea necesario. Después, cuando ambos hayan aprendido cómo hacerlo, la frecuencia media es aproximadamente cada tres horas.
Tiempo de cada toma
Es aconsejable que el bebé mame entre 10 y 15 minutos de cada pecho (no más de 30 minutos en total). En cada toma, el niño debe alimentarse de ambos pechos, y alternar el orden en la próxima mamada (vale decir que debemos recordar cuál fue el último pecho que le ofrecimos, para comenzar con ese la próxima mamada). Debido a que tiene menos hambre, es normal que el bebé succione menos tiempo del segundo pecho, de modo que no llega a vaciar por completo la glándula mamaria. Después de una toma completa de ambos pechos, podemos estar seguros de que habrá extraído aproximadamente el 80 por ciento de la leche.
Qué corpiño usar
- Lo más práctico es usar corpiños que puedan desabrocharse en la parte delantera.
- Es importante que resulten cómodos y no demasiado apretados, ya que podrían obstruir los conductos.
- En cuanto a la tela, los de algodón son ideales.
Posiciones para un correcto amamantamiento
Es indispensable que la madre se sienta cómoda y relajada. Para evitar contracturas musculares, conviene sentarse en un sillón o en una silla que mantenga la espalda derecha. A veces puede resultar útil colocar almohadas o almohadones en la espalda y en la falda, para elevar al bebé y acercarlo al pecho. Existen diferentes posiciones para amamantar, de manera que cada mamá y su bebé pueden elegir la que más les guste. Sin embargo, es recomendable alternar las posturas, para permitir el vaciamiento de los diferentes sectores de la mama.
Es fundamental asegurarse de que la boca del niño se encuentra en una posición correcta respecto del pecho materno: debe abarcar no solamente el pezón sino también la areola. Así, podrá ejercer presión con las encías y usar la lengua para extraer la leche del pecho.
Posiciones para amamantar
- Sentada: es la más común. La mamá se encuentra sentada, con la espalda bien apoyada en el respaldo de un sillón, silla o cama, y el bebé se ubica “panza contra panza” de su mamá.
- Invertida o en “pelota de rugby”: permite vaciar el cuadrante inferior de la mama. El niño se coloca con la cabeza de frente a la mama, el cuerpo queda debajo del brazo de su mamá, y las piernas hacia atrás.
- Acostados: mamá y bebé se ubican acostados de lado y frente a frente en la cama. Esta posición es ideal durante los primeros días de vida así como para las tomas nocturnas, dado que permite amamantar sin tener que levantarse.
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